viernes, 20 de junio de 2014

Despedida

Despedida

He tenido con Mony una preocupación constante: el tiempo. Ese misterio incesante, esa obsesión, ese fantasma. He hablado con mis alumnos de ello y me gusta ver su cara de estupefacción, de asombro ante eso que ha estado siempre frente a sus ojos y que no se han detenido a pensar, o que han pensado y no creyeron que alguien compartiera su sentir.
El tiempo es una cosa extraña. Este es un momento que hemos esperado por tres años. Que siempre sabíamos que llegaría, y para olvidarnos de él inventamos mil cosas y pretextos: juegos, bromas, clases, regaños, recesos, tareas, proyectos. Todo para olvidar que este momento llegaría. Sin embargo nada diferencia este momento de aquel en que nos vimos por primera vez y empezaba esta larga espera que hoy se reduce a dos palabras: tres años.
También podemos pensar que este es el primer día del resto de nuestras vidas. Pero, ¿a caso será una vida donde el Colegio esté ausente? Tal vez nos asalte la nostalgia, y tengamos un sentimiento de pérdida, pero, ¿a caso no tenemos una pérdida a cada minuto que se nos va? Han sido un grupo maravilloso, pero, por eso, ¿debería pedirles que se quedarán aquí con nosotros? No.
Amigos míos: les pido que se vayan, que se vayan lo más lejos posible, que conozcan la vastedad del mundo. Que llegue cada quien al rincón de los continentes que su voluntad desee. Les pido que miren al frente y levanten la vista, que vayan siempre más allá, descubran que detrás del horizonte todo continúa, la vida nos sorprenderá siempre con cosas nuevas, y el tiempo, ese dios, nos da a cada suspiro, una oportunidad para sentir una nueva sensación, percibir un olor desconocido, cantar a la montaña una nueva canción, ver por primera vez unos ojos, un cielo, un árbol, un desconocido que cruza la calle, leer un libro más que nos conmueve.
Amigos míos, mis amados amigos: les pido que se vayan porque ahora que ustedes se van el colegio crece, con su despedida nos enorgullecemos quienes nos quedamos y el corazón se nos inflama, como un incendio, porque ustedes harán llegar este pedacito de la tierra a todas partes donde vayan. Porque, más que salones y campos, el Colegio son ustedes, y ahora que estarán en otras escuelas, estamos bien seguros de que pondrán el nombre del colegio en un puesto honorable entre todos.
Entonces, cuando sean ustedes quienes levanten primero la mano en un salón, o cuando entreguen un trabajo de excelencia, y cuando sea notable su constancia en la nobleza de sus personas, entonces les preguntarán ¿en dónde estudiaste? Y ustedes Nunca duden en decir con mucho orgullo que vienen del Colegio del Pliar, porque esta escuela ha sido su casa, y quienes nos quedamos aquí los recordaremos con cariño y añoranza. Es por eso que les digo que se vayan, porque el colegio estará en cada lugar donde uno de ustedes se encuentre. Y les digo que se vayan, pero también que regresen cuando quieran.
Adiós amigos míos, siempre quise ser un buen ejemplo para ustedes, siempre pensé darles lo mejor de mí, entregar mi conocimiento, mi tiempo y mi alegría. Estoy seguro de que cometí muchos errores, porque soy humano. Así que hoy les pido un regalo de despedida: que se lleven de mí lo bueno que recuerden y que olviden lo malo. Sepan que yo me llevo de ustedes muchos recuerdos hermosos y ninguno amargo, que los voy a extrañar y que me siento muy bendecido por haber compartido este tiempo con ustedes. Gracias y adiós.

No hay comentarios:

Publicar un comentario